Revisión de los últimos años
Nov. 6th, 2020 01:49 pm![[personal profile]](https://www.dreamwidth.org/img/silk/identity/user.png)
Aún preguntándome si esto de probar nuevas plataformas de blog tendrá sentido al final...
Tras estos años sin bloguear, mi único contacto me pide que le cuente más de cómo me va. Puedo decir que muy bien en una respuesta escueta o tomarlo de excusa para escribir otro post, así que aquí el tochazo que al menos una persona creo que leerá, jejeje. Perdona, Flavio.
Los años que estuve estudiando la carrera fueron complicados a nivel personal. Principalmente por problemas que llevaba arrastrando desde la adolescencia, personales y físicos... aquella horrible tendinitis de 10 años que me impidió tantas cosas, me dificultó otras tantas y no dejó un sólo huequito en mi vida que no estuviera impregnado por ella. No podía cocinar ni sostener la ducha, no podía escribir, y por supuesto no podía tocar, y siendo músico es un putadón que te obliga a parar por la fuerza y replantearte de arriba a abajo tu vida entera. En perspectiva, aquella tendinitis me hizo ser quien soy ahora, me obligó a analizarme, comprenderme, y revisar los principios y convicciones con los que había crecido. En su momento me preguntaba por qué me pasaba a mí, si tanta gente vivía con más estrés y dificultades, por qué yo no podía aguantar lo mismo sin que mi cuerpo dijera “basta”. Ahora agradezco que fuera así, y no me conformara con vivir a medias. El proceso de transformación duró casi dos años, y la mejor manera de describirlo es pasar de vivir en blanco y negro (lo que siempre había conocido, y estaba muy bien) a vivir en color. Empecé a llorar más, de tristeza y de alegría, a sentirme fuerte y capaz. Y el proceso nunca acaba, por supuesto, pero se vive de otra forma.
Derivado de aquellos dos años que dejé de tocar, tuve problemas administrativos con la carrera, me pilló el cambio de plan de estudios y perdí un año, cuando sólo me quedaba entregar el proyecto fin de carrera y hacer el examen final, me expulsaron por una ley administrativa mal aplicada... Un putadón en el momento, también! Pero gracias a ello acabé la carrera en otro centro, en el que no me habían etiquetado como mediocre, como el el primero (consecuencias de la tendinitis), y donde me sentí valorada, capaz... Y pude llevar a cabo la investigación que yo quería, de forma creativa (cosa que en el primer centro era difícil, más chapados a la antigua). Fue un año un poco bruto, hacía 1000Km a la semana para asistir a las clases y volver a casa, vivía media semana en cada ciudad. Pero terminó y lo celebré, y me eché a llorar de alegría de tantos años sorteando dificultades que dieron lugar a un triunfo.
Allí estudié también el máster, con esa misma sensación de ser valorada y respetada, y continué la investigación. Tanto en la primera como en ésta me calificaron con 10, ¡en la vida había yo visto eso! Así que me hizo disfrutar mucho de la investigación, y unos añitos después estoy aventurándome a empezar la tesis doctoral. Continúo investigando la creación sonora desde parámetros pictóricos, teniendo en cuenta las cuestiones de percepción y cognición, y dando siempre una concreción creativa, compositiva. Me ilusiona, así que espero que las frustraciones y puntos muertos propios de las tesis se queden pequeñitas al lado de lo que espero disfrutar... Y ya veremos si se plantean oportunidades laborales, nunca me había planteado trabajar en una universidad (ya que los estudios musicales no son universitarios aquí), pero igual hay posibilidades que aún no conozco. A su tiempo se verá.
Estos años, además, y por casualidades también derivadas del trajín académico provocado por la tendinitis, han contado conmigo como refuerzo en la orquesta de mi ciudad. Nunca me había imaginado que pudiera tocar en una orquesta profesional (las oposiciones son imposibles), y cuando quise darme cuenta, estaba con ellos, yendo a los ensayos y diciendo “hasta mañana”. Musicalmente son muy buenos y personalmente muy acogedores (nada habitual en las orquestas, por lo que sé). Así que también me ayudó a sentirme más segura y capaz a nivel profesional.
Desde el punto de vista personal y afectivo... ahora escribiendo me doy cuenta de que me pasó algo parecido a con la tendinitis en el plano vital (individual) pero unos años después. Desastre tras desastre, dándome cuenta de que elegía perfiles muy determinados (de tendencia adictiva, dependiente, chantajista e incluso maltratadora...) llegué a un punto de catarsis tras el cual, y gracias a la compañía adecuada, entendí muchas cosas que en mí no estaban bien, en mi concepción de las relaciones y de la afectividad. Me costó mucho dolor llegar a ese punto, pero ahora lo puedo ver en perspectiva y eso es, en sí, una alegría.
Llevo diez años viviendo en esta ciudad, desde que llegué he estado en una situación muy precaria e insegura, muy cambiante. Hace poco conseguí algo de trabajo más estable (aunque aún trabajo de paso, por las malas condiciones laborales) y las perspectivas de mejorar se acercan. Me siento como en un cambio de etapa, que no sé cómo se concretará, pero que creo que significará una mejoría sustancial y duradera. Tengo ganas de asentarme, dejar de preocuparme por qué trabajo conseguir, lograr algo estable y seguir desarrollándome.
Me siento muy agradecida a la compañía de viaje, especialmente esta cuarentena, y me siento afortunada.
Hala, fin del tochazo. Los próximos serán más breves, promise.
Tras estos años sin bloguear, mi único contacto me pide que le cuente más de cómo me va. Puedo decir que muy bien en una respuesta escueta o tomarlo de excusa para escribir otro post, así que aquí el tochazo que al menos una persona creo que leerá, jejeje. Perdona, Flavio.
Los años que estuve estudiando la carrera fueron complicados a nivel personal. Principalmente por problemas que llevaba arrastrando desde la adolescencia, personales y físicos... aquella horrible tendinitis de 10 años que me impidió tantas cosas, me dificultó otras tantas y no dejó un sólo huequito en mi vida que no estuviera impregnado por ella. No podía cocinar ni sostener la ducha, no podía escribir, y por supuesto no podía tocar, y siendo músico es un putadón que te obliga a parar por la fuerza y replantearte de arriba a abajo tu vida entera. En perspectiva, aquella tendinitis me hizo ser quien soy ahora, me obligó a analizarme, comprenderme, y revisar los principios y convicciones con los que había crecido. En su momento me preguntaba por qué me pasaba a mí, si tanta gente vivía con más estrés y dificultades, por qué yo no podía aguantar lo mismo sin que mi cuerpo dijera “basta”. Ahora agradezco que fuera así, y no me conformara con vivir a medias. El proceso de transformación duró casi dos años, y la mejor manera de describirlo es pasar de vivir en blanco y negro (lo que siempre había conocido, y estaba muy bien) a vivir en color. Empecé a llorar más, de tristeza y de alegría, a sentirme fuerte y capaz. Y el proceso nunca acaba, por supuesto, pero se vive de otra forma.
Derivado de aquellos dos años que dejé de tocar, tuve problemas administrativos con la carrera, me pilló el cambio de plan de estudios y perdí un año, cuando sólo me quedaba entregar el proyecto fin de carrera y hacer el examen final, me expulsaron por una ley administrativa mal aplicada... Un putadón en el momento, también! Pero gracias a ello acabé la carrera en otro centro, en el que no me habían etiquetado como mediocre, como el el primero (consecuencias de la tendinitis), y donde me sentí valorada, capaz... Y pude llevar a cabo la investigación que yo quería, de forma creativa (cosa que en el primer centro era difícil, más chapados a la antigua). Fue un año un poco bruto, hacía 1000Km a la semana para asistir a las clases y volver a casa, vivía media semana en cada ciudad. Pero terminó y lo celebré, y me eché a llorar de alegría de tantos años sorteando dificultades que dieron lugar a un triunfo.
Allí estudié también el máster, con esa misma sensación de ser valorada y respetada, y continué la investigación. Tanto en la primera como en ésta me calificaron con 10, ¡en la vida había yo visto eso! Así que me hizo disfrutar mucho de la investigación, y unos añitos después estoy aventurándome a empezar la tesis doctoral. Continúo investigando la creación sonora desde parámetros pictóricos, teniendo en cuenta las cuestiones de percepción y cognición, y dando siempre una concreción creativa, compositiva. Me ilusiona, así que espero que las frustraciones y puntos muertos propios de las tesis se queden pequeñitas al lado de lo que espero disfrutar... Y ya veremos si se plantean oportunidades laborales, nunca me había planteado trabajar en una universidad (ya que los estudios musicales no son universitarios aquí), pero igual hay posibilidades que aún no conozco. A su tiempo se verá.
Estos años, además, y por casualidades también derivadas del trajín académico provocado por la tendinitis, han contado conmigo como refuerzo en la orquesta de mi ciudad. Nunca me había imaginado que pudiera tocar en una orquesta profesional (las oposiciones son imposibles), y cuando quise darme cuenta, estaba con ellos, yendo a los ensayos y diciendo “hasta mañana”. Musicalmente son muy buenos y personalmente muy acogedores (nada habitual en las orquestas, por lo que sé). Así que también me ayudó a sentirme más segura y capaz a nivel profesional.
Desde el punto de vista personal y afectivo... ahora escribiendo me doy cuenta de que me pasó algo parecido a con la tendinitis en el plano vital (individual) pero unos años después. Desastre tras desastre, dándome cuenta de que elegía perfiles muy determinados (de tendencia adictiva, dependiente, chantajista e incluso maltratadora...) llegué a un punto de catarsis tras el cual, y gracias a la compañía adecuada, entendí muchas cosas que en mí no estaban bien, en mi concepción de las relaciones y de la afectividad. Me costó mucho dolor llegar a ese punto, pero ahora lo puedo ver en perspectiva y eso es, en sí, una alegría.
Llevo diez años viviendo en esta ciudad, desde que llegué he estado en una situación muy precaria e insegura, muy cambiante. Hace poco conseguí algo de trabajo más estable (aunque aún trabajo de paso, por las malas condiciones laborales) y las perspectivas de mejorar se acercan. Me siento como en un cambio de etapa, que no sé cómo se concretará, pero que creo que significará una mejoría sustancial y duradera. Tengo ganas de asentarme, dejar de preocuparme por qué trabajo conseguir, lograr algo estable y seguir desarrollándome.
Me siento muy agradecida a la compañía de viaje, especialmente esta cuarentena, y me siento afortunada.
Hala, fin del tochazo. Los próximos serán más breves, promise.